Hace tres días que todo cambió, que se llevaron lo que más queria, me quitaron mi alma y se la llevaron a un lugar que no puedo alcanzar, como podía ser tan cruel de arrancarte la vida sin nisiquiera preguntar. No me pidieron permiso, no me dejaron negociar, te arrebataron de mis brazos sin poder evitarlo........
No he podido verte, no he podido despedirme de ti, que te iba a decir, que te iba a contar......dime, dime que podía haberte dicho, dime que podía haberte de vuelto conmigo, que no dudare un segundo en dar la vuelta y volver allí ...........
Ahora vuelvo a la realidad, a ese mundo tan cruel que me pide que luche una vez más, que me de una oportunidad. Para que sirve luchar, si ya no estás conmigo, no merece la pena.
Desde que todo pasó no he vuelto a aquí, todo me recuerda demasiado a ti, pero dicen que me hará bien!!! porqué la gente se empeña en dar consejos, en animarte en estos momentos, en hacer que vuelvas a soñar, cuando lo único que quiero es escapar, dejarme ir lentamente, sentirte a mi lado y verte una vez más.
Subo las pequeñas escaleras que me separan de mis recuerdos, solo faltan unos pasos para enfrentarme a la verdad. Un pequeño golpe de aire me roza la cara y hace que desvie la mirada a la derecha, y allí estaba ella, no me había percatado de su presencia, mi chica, quien lo iba a decir, Tom Kaulitz, solo de pensarlo te entraba la risa.
Ella no se había separado de mi ni un segundo, a pesar de haber estado rodeado de millones de personas, era la única que sentía a mi lado, pero todo esto había acabado, ella lo sabía, pero aún asi, no me abandonaría.
La dediqué una leve sonrisa, a la que ella me respondió con un dulce guiño que me removió por dentro.
Me dispuse a cruzar ese frío muro que tanto dolor me traería, saqué mis llaves del bolsillo y oí ese dulce tintineo, de las llaves colgaba un pequeño cascabel que siempre llevabas contigo, no me había percatado de que sin querer llevaba las tuyas conmigo.
No sabía lo dificil que era meter una llave en una pequeña cerradura, hasta que me dispuse a hacerlo, cuando miles de recuerdos de ti llegando a casa me invadieron, el jugueteo de tus dedos con las llaves, nuestras peleas al llegar a casa, la alegría que desprendías al entrar en este pequeño habitáculo que tanto echabas de menos. Apreté mis labios con fuerza para impedir que mis lágrimas consiguiesen escapar, incluso mi mano temblorosa no quería que me enfrentase a la realidad. En ese momento sentí como agarraban mi mano y con suma delicadeza abría la puerta de mi hogar.
Ella entró la primera, con un montón de periodicos debajo del brazo, yo se lo había pedido, no tenía fuerzas para hacerlo, no quería hacerlo, no quería admitir que mi hermano había muerto.
Una vez dentro me alzó una mano para que entrase, quería acompañarme en ese momento y yo se lo agradecía, no con palabras ya que el miedo lo impedía, sino con pequeñas sonrisas que me dolían forzar, pero ella se las merecía.
Entre dentro, cerré los ojos y respiré profundamente, aún olía a esa colonia que tan poco me gustaba, pero que ahora anhelaba. Algo interrumpió ese curioso reconocimiento, un pequeño gato negro arañaba mi pantalón, intentando captar mi atención, no pude evitar lanzar un suspiro y estrecharlo entre mis brazos.
Eché un vistazo a la habitación, todo estaba como lo habías dejado, una leve sonrisa abordó mi inexpresivo rostro, al ver que en el suelo seguían tus zapatillas negras, esas con las que mama te amenazaba todos los días con tirarlas a la basura y tu buscabas un sitio para esconderlas. No podía parar de recorrer aquella habitación, cada paso que daba me acercaba a ti y recordaba cada instante que pasamos juntos, las veces que me ponía a tocar la guitarra mientras tu escribías nuevas letras, esas que ahora reposan en la pequeña mesa del salón, que gritan por ser terminadas.
Sorprendentemente me sentía bien, sentía su presencia, podía sentir como a cada paso que recorría él lo daba a mi lado, pero algo hizo que todo aquello se esfumase, que mi pequeña sonrisa se borrase de mi cara y una profunda rabia recorriese mi cuerpo hasta penetrar en la más pequeña parte de mi ser..............
Marie sostenía entre sus manos uno de los periódicos que había cogido de la entrada y leía atentamente cada frase, cada palabra que habían plasmado de él. No sé como ni porque, la rabia se apoderó de mi y me dejé llevar por ella, no le puse el más mínimo impedimento, en el fondo no quería impedirlo. Con un golpe seco le arranqué aquel pedazo de papel que la tenía ensimismada, y sin saber como, empecé a romper cada hoja, cada palabra, cada imagen que describía aquel día, aquel instante en el que un camión se lo llevó de mi lado. Yo quería parar, quería que todo acabase, pero mis manos seguían rasgando aquel papel, cada corte se clavaba en mi en forma de pequeñas agujas que penetraban hasta mi interior rasgando mi corazón poco a poco.
La impotencia y el terror habían hecho una mezcla explosiva, y ahora nada más que podía gritar, intentando que esos gritos se llevasen ese dolor que no me dejaba respirar.
Tom!!!! basta!!! para por favor...- un ahogado grito proveniente del otro lado de la sala me hizo reaccionar y ver todo lo que había hecho. El terror se había apoderado de su dulce mirada y las lágrimas recorrían su fino rostro, mientras sus ojos me enseñaban lo que había pasado.
Mis manos temblorosas dejaban caer pequeños trozos de papel al suelo, éste cubierto por un manto gris, ahora manchado de unas pequeñas gotas de sangre que caían de mis manos heridas.
Al ver la escena, caí al suelo desesperado, ahora más que nunca quería irme a tu lado y dejé que mis lágrimas pudieran escapar de esa prisión en las que las había encerrado. Todo el cansancio, la tristeza, el dolor y la rabia acumulada se liberaron de mi en cada lágrima que derramaba.
Me balanceaba sobre mi mismo, a la vez que de mis labios salían palabras de desesperación pidiendo que volvieses a mi lado, pidiendo respuestas a porque me habías abandonado y mis manos doloridas tapaban mi rostro para impedir que ella me viese en ese estado. Sentí como se acercó a mi para darme palabras de consuelo, cuando la impotencia me volvió a invadir y solté de mi boca esas palabras de las que tanto me lamento:
NO!!!!! dejame!!!- dije quitandomela de encima y separandome poco a poco de su lado, cada palabra que salía de mi boca volvía a mi con más fuerza, haciendo que mis lágrimas no dejasen de brotar - Todo ha sido por tu culpa!!! por ti, si no hubiera ido contigo, no hubiese pasado nada de esto , y Bill ........... seguiría vivo............... no le pude proteger, no estuve allí para salvarle, no estuve a su lado........... - no podía dejarle de reprochar, de echarla la culpa de todo, de que mi rabia se desahogase con ella. A cada palabra que decía deseaba con más fuerza que se fuese de mi lado, en mi vida ya no había lugar para ella, ya no sentía mi sangre hervir cuando pasaba por mi lado, ella lo sabía y era lo que más la dolía.
Yo no maté a Bill........ - susurro entre sollozos
Todo ese día fue un error, TU fuistes un error.
En el momento en el que terminé de decir aquellas palabras, sentí como algo chocaba fuertemente contra mi cara y un dolor punzante recorría mi mejilla. Ella me había hecho callar estrellando su mano contra mi cara, era la primera vez que no encontraba respuesta en su mirada.
Estaba a punto de volver a darme cuando agarré su muñeca con fuerza y dejé que nuestros labios se chocaran y gozaran de un dulce beso. La estreché entre mis brazos, mientras disfrutabamos de ese beso, ese último beso. El simple roce de mis labios con los suyos, habían hecho que volviera a mi la calma.
Nose cuanto tiempo nos quedamos en la misma posición, sentados en el suelo, ahogando nuestro dolor entre lágrimas y abrazos. Ahora era consciente de todo, la había hecho daño con reproches sin sentido, con miradas de desprecio y palabras que el simple hecho de recordarlas me hacían sentir peor de lo que estaba. Ella fue la que se atrevió a cortar el silencio que nos rodeaba, susurrandome al oído :
Haga lo que haga, se que no podré impedirtelo- realmente me sorprendieron sus palabras, hasta este momento no me había dado cuenta de hasta que punto ella me conocía, a pesar de que ya nos encontrabamos muy lejos, sabía lo que sentía con una simple mirada, y parecía que me leyese los pensamientos que se pasaban por mi cabeza, sabía lo que iba a hacer, lo que no podría evitar.
Me separé lentamente de ella, observando cada parte de su cuerpo, de su rostro, cada movimiento que realizaba, quería recordar cada gesto, cada mirada.
En ese momento recordé las últimas palabras que mi hermano me susurro, antes de yacer muerto en la cama: “ Quédate a mi lado”, me prometí que nunca me separaría de su lado.
Una última lágrima recorrío mi rostro, la lágrima más sentida, la más dolida, y a la vez la más deseada, no pude evitar esbozar una leve sonrisa al pensar en que pronto, volveré a tu lado.
4 comentarios:
deberias escribir un libro , tienes muxo talento
un saludo ^^
Me gustó :)
Lo que sí, como que todos los cuentos que te he leído tienen un final como medio triste... la antítesis al Hollywood al que muchas veces estamos acostumbrados. Y eso es bueno, porque hace reflexionar que la vida no siempre sucede como uno quiere.
No obstante, queda una luz de esperanza.
Continúa así... saludos!
ohhh!!! Está genial!! mientras lo leía sentía, como un nudo en el estómago,....me ha encantado
BESOS.
DEW
Hace mucho tiempo me escribiste un comentario y hoy recien e venido a leerlo.
Muchas gracias por apreciar como escribo ^^ es lindo que alguien lo haga en un momento dificil de mi vida como lo es este.
Me gusto tu cuento, es realista. Casi me senti dentro de el (aunque aun estoy inmerso en el cuento de mi vida).
Sigue escribiendo! hace mucho no lo haces.
Saludos!
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